Sóller es uno de los pueblos más bonitos de Mallorca. Si el mes pasado estábamos hablando de Pollensa, ahora es el turno de ese lugar sembrado de callejuelas, cubierto por naranjos y por el que pasa un tranvía con más de cien años de edad que cautiva a los turistas. Situado al noreste de la isla, en medio de la Sierra de Tramontana, durante años estuvo aislado del resto de la provincia teniendo el mar como única vía de comercio. Sus intercambios con Francia y el saber hacer de los negocios lo convirtieron en lo que es hoy.
Con casi 15.000 habitantes en su término municipal, el pueblo del tren es el destino perfecto de los viajeros que quieren ver la Mallorca más tradicional de la isla. Sus calles estrechas, los palacios y las casas señoriales cuentan la historia de un lugar que tiene su origen en la época talayótica (algunos vestigios podrían fecharse entre los años 5.200 y 2.700 a.C) y que ha sabido como conservar su patrimonio. Comunicado con la playa gracias al puerto de Sóller, para muchos es el sitio más cercano al paraíso. ¿Te gustaría saber por qué?
¿Qué podemos ver en Sóller?
Con una superficie de 42,8 kilómetros, Sóller es un pueblo que se puede ver en poco más de un fin de semana. Su pasado, que se puede reconstruir solo con pasear por las calles del centro, nos habla de una población que prosperó gracias al abundante cultivo de cítricos que después exportaba al territorio francés. Con mucho que contar, si pasamos por Mallorca no debemos perder la oportunidad de descubrir un lugar que se ha quedado como anclado en el tiempo. A continuación, te dejamos con algunas de las razones:
Plaza de la Constitución
Centro neurálgico del pueblo, en la Plaza de la Constitución nos encontramos con los monumentos más importantes. Presidida por una añeja fuente en el centro, con un pequeño paseo veremos la iglesia parroquial de San Bartolomé, el impresionante Banco Central Hispano o la Casa de la Vila que suavizan el bullicio característico del espacio. Cargado de bares o restaurantes en los que podemos hacer una parada para tomar algo, también hay una oficina de turismo por si queremos hacernos con el mapa de la localidad.
Considerada una de las más bonitas de Mallorca por su ágora central de piedra rosada y la colección de edificios modernistas, esta plaza es el centro festivo del pueblo y lugar popular para las reuniones. La tranquilidad que se respira y esos bancos alineados para sentarse bajo la agradable sombra de los árboles son motivo suficiente para venir hasta aquí. A esto, si además le acompaña la arquitectura de Joan Rubid, le estamos agregando motivo de más para quedarnos por unas horas.
Iglesia parroquial de San Bartolomé
Construida en el siglo XIII pero de estructura barroca por sus continuas remodelaciones, la iglesia parroquial de San Bartolomé de Sóller es uno de los monumentos que no nos podemos perder. Dominando la Plaza de la Constitución, este edificio de roca caliza de color gris fue un templo primitivo de estilo romántico que dictaba mucho de lo que vemos hoy. La fachada, que es lo que más sorprende a los turistas, fue creada en 1904 gracias a Rubid, conocido discípulo de Gaudí y que recuerda a alguna de sus obras en Barcelona.
Tan impresionante por fuera como por dentro, si entramos a visitarla veremos un templo de estilo gótico y planta rectangular con hasta siete capillas a cada lado y un corazón barroco detrás de la puerta principal. Paseando por la parroquia descubriremos la imagen de San Marcial y la del Corazón de Jesús; ambas obra del escultor modernista Josep Llimona que puso toda su pasión sobre las mismas. Como dato curioso decir que la cara frontal de este santuario fue portada de la novela Un mundo sin fin de Ken Follett en su edición de bolsillo.
Banco de Sóller
A la izquierda de la iglesia parroquial de San Bartolomé encontramos el Banco de Sóller. El edificio, construido en 1889 aunque remodelado varios años después, es también de Joan Rubid y una de las construcciones más bonitas de la plaza. Compartiendo estilo con la iglesia vecina, estamos ante otro de los enclaves del modernismo. De esquina y llamando la atención gracias a su piedra calcárea, es la textura rústica de ésta la que la vuelve igual que el santuario en lo que a diseño se refiere.
De la planta baja se destaca el portal de arco de medio punto y las ventanas con varias dimensiones. En el primer piso tenemos un balcón con doble tribuna circular separada por una corona de fuste estriado. Sobre el pilar, el sol del escudo de la población y la cabeza de león en lo alto define la función de la caja. En los pisos superiores nuevamente nos encontramos con ventanales de diseño dispar, mientras que esos remates en las fachadas son el resultado de años de modificaciones.
Ferrocarril de Sóller
El ferrocarril de Sóller es la mayor atracción de la localidad. Si el paseo por la Plaza de la Constitución nos ha parecido enriquecedor espera a ver todo lo que tiene para ofrecer este tranvía. Con más de cien años de antigüedad, recorre el pueblo de un lado a otro dando una visión del sitio que no logrará desde ningún otro lugar. Con vagones de madera y asientos de cuero, conservando el mismo aspecto que en su inauguración, nos quedamos como anclados en el tiempo sin saber muy bien dónde nos encontramos.
Aunque podemos coger el vehículo por libre -siempre ajustándonos a los horarios- existen excursiones programadas desde las que podemos disfrutar de todos los rincones de la localidad. La parada en Palma invita a que lo cojamos desde esta ciudad, en medio del bullicio y vayamos llanura arriba, entre campos de naranjas y espacios verdes. En el trayecto, de aproximadamente una hora, cuenta con varios puntos en los que podemos bajar de donde Buñola, sitio en el que podemos visitar la fábrica Tunel es uno de los más recomendados.
Can Prunera
Can Prunera forma parte del amplio conjunto de edificios modernistas que se construyeron a principios del siglo XX siguiendo la línea de construcciones catalanas y el arte nouveau francés de la época. Convertido en casa museo desde 2009, actualmente nos encontramos ante un pequeño muestrario de artistas contemporáneos con mucha representación en la isla. Visitado por millones de personas desde entonces, el recinto no solo funciona como ese reclamo turístico que buscan los viajeros, también como la excusa perfecta que tienen los lugareños para venir hasta aquí.
El interior de este bloque es muy diferente a lo que vemos por fuera. Aunque desde la puerta imaginemos un sitio moderno y cargado de reformas, lo que hay son piezas antiguas que respetan al 100% la arquitectura de entonces. Con dos pisos, una planta baja y el sótano, comenzaremos la visita por las habitaciones inferiores e iremos subiendo para después hacer el último trayecto. En la parte de la cocina nos encontramos con un jardín y las pinturas de Juli Ramis, pintor autóctono de Sóller con mucha presencia en la isla.
Jardín botánico de Sóller
La importancia que el pueblo le da a la flora balear se aprecia en el jardín botánico de Sóller. Inaugurado en 1992, después de cinco años de trabajo en su construcción, se inauguró en 1992 como centro de investigación, conserva y conocimiento de las especies endémicas. Situado a unos seiscientos metros del centro, en dirección a la carretera que conduce al puerto, con un pequeño paseo a pie podemos venir hasta uno de los sitios naturales que más merecen la pena dentro de la localidad.
La Sierra de Tramuntana, rica en vegetación, tiene en este sitio su lugar de exposición favorito. Con el fin de dar a conocer cuál es el papel de las plantas en nuestro ecosistema no solo funciona como centro de conservación sino que además se dan talleres y conferencias sobre lo que podría pasar si en algún momento desapareciesen. Abierto al público de martes a domingo, tanto si vienes con niños como si prefieres hacerlo solo o en pareja es algo que te dará otro punto de vista sobre el municipio.
Calle comercial de Sóller
Si volvemos a la Plaza de la Constitución, en uno de sus extremos, nos encontramos con el Carrer de Sa Lluna. Construida en el siglo XV estamos ante un camino de piezas irregulares formado por muros, un portal de medio punto y ornamentación en alguna de sus ventanas. Cargada de casas de estilo modernista, que en el siglo XX sustituyeron a las que se hicieron en el medievo, nos encontramos una colección de pequeños detalles arquitectónicos que explican la historia del sitio.
Aunque se lee por muchos sitios que el nombre de la calle se debe a la luna esculpida que hay en una de las casas, lo cierto es que no existe relación alguna que se pueda probar sobre esto. Este rincón del pueblo no es más que un lugar donde podemos venir a comprar o tomar un refresco antes de seguir con nuestra ruta por la localidad. Algo curioso sobre este camino es que encontramos viviendas con patios privados a los que en ocasiones los lugareños dejan entrar al viajero. ¿Te animas?
Finca Ecovinyassa
El huerto de la finca Ecovinyassa es una de las maravillas naturales que tenemos en Sóller. Con más de dieciocho mil metros cuadrados estamos ante el mayor campo de cítricos que tenemos en las islas Baleares. A los pies de la Sierra de Alfabia, entre Fornalutx y Biniaraix, existe un ambiente único y del que podremos sacar todo el sabor. La visita, que se hace en poco más de dos horas, requiere de reserva previa, cuesta 12€ por persona e incluye zumo de naranja y un snack como recompensa.
Sin estar necesariamente dentro del pueblo (aunque sí de la localidad) la visita a la Ecovinyassa es una de las que más se recomienda. Con la idea de que conozcas los productos locales e incluso puedas comprar un presente para tus amigos o familiares, se hacen rutas guiadas por la zona que te llevan a esa otra parte del pueblo. Comiendo naranjas frescas durante todo el trayecto por un paisaje maravilloso, el hecho de venir hasta aquí se vuelve la mejor decisión que podrías haber tomado.
Exposiciones en Sóller
En este pueblo también hay espacio para el arte. La sala Miró y la sala Picasso son dos museos originales que hablan de la vida y obra de dos artistas enamorados de su oficio. En el primero nos encontramos con un pintor que vivió varios años en este pueblo encontrando en la Sierra de Tramontana la inspiración máxima para algunas de sus creaciones. Por otro lado, en la del malagueño vemos unas cincuenta cerámicas suavemente iluminadas que tomaron forma durante los años 1948 y 1971.
Como dato debemos añadir que en la sala Picasso conocerás la relación que tuvieron el cubista con Joan Miró. Las figuras, con temas característicos del artista, van desde bailarines y mujeres hasta corridas de toros. Completamente gratuito y de fácil acceso (las tenemos justo al lado de la estación del tren por lo que se ven nada más llegar) si buscas sumergirte en la cara artística del pueblo esta es una gran oportunidad para observar la importancia que tiene por toda Mallorca.
Como vemos Sóller es un lugar con mucho para descubrir. Con el tranvía como nexo de unión entre el pueblo y la ciudad de Palma puedes aprovechar la ocasión para venir hasta un sitio único en la isla. Lejos del ruido que hay en la capital, perdido en medio de la Sierra de Tramontana y con los cítricos como alimento protagonista, existe un lugar que se ha quedado como anclado en el tiempo. Sabido todo esto, si en tu visita a Mallorca no quieres estar solo por la zona turística principal, esta puede ser tu alternativa.