El turismo de naturaleza ha crecido bastante en lo que va de año. Al parecer, con la crisis del coronavirus, en el momento en que hemos podido ir de un lado a otro, los espacios abiertos han sido nuestra prioridad. Si ya de por sí había un tanto por ciento importante que lo tenía como modelo de salida y a la cabeza de muchas otras opciones, ahora parece que todo ha ido hacia más. Con el detalle de que podemos descubrir «otros mundos», cada vez han sido mayores el número de personas que llegaban hasta aquí.
Si durante las últimas décadas el sector ha experimentado un crecimiento como industria convirtiéndose en la base de muchas economías nacionales e internacionales (según un informe en 2015 se registraron 1.260.000 millones de beneficios) ahora, gracias al desarrollo de los parques naturales, salidas al campo o relacionados, no solo hay posibilidad de que la cifra vaya en aumento sino que se genera una concienciación de población general y de todo lo que implica la responsabilidad pública que resulta muy interesante.
¿Cuáles son los beneficios del turismo de naturaleza?
El aumento del turismo de naturaleza no es una casualidad. El distanciamiento social ha hecho que tengamos que pensar en otras maneras de estar con nuestras familias, amigos o incluso de descubrir esos rincones del planeta que tanto nos interesan. La Organización Mundial de Turismo (OMT) ha hecho varios programas en los que potencia las visitas a parajes nacionales y con los que consigue que el movimiento sea sostenible. A continuación, algunas de nuestras recomendaciones:
Mínimo impacto ambiental
El cuidado del medio ambiente es fundamental para la vida de cualquier organismo. El turismo, que es una de las industrias más potentes que existen, tal vez no actúe demasiado bien en este respecto. Cuando cuidamos de la Tierra y ayudamos a que todo vaya mejor, se dice que el impacto es mínimo y así conseguimos que el orden natural siga su curso. Esto, aunque en el momento no lo veamos, da beneficios a largo plazo y es precisamente por lo que tenemos que luchar cada día un poco más.
Autenticidad sociocultural
El turismo de naturaleza también ayuda al comercio local. Lejos de las grandes superficies y evitando las franquicias hosteleras, tenemos la posibilidad de probar los productos originales del país o la ciudad en la que nos encontramos. Tal y como vemos en la fotografía de arriba, un chico nos puede vender comida o semillas que consumiremos tiempo más tarde. Con esto no solo nosotros nos estamos llevando un trozo del lugar sino que además se da dinero a la persona que lo ofrece.
Potencia la economía local
Como ya hemos adelantado, este modelo de turismo ayuda al comercio local y con ello a quienes lo llevan. Cuando salimos fuera de nuestra ciudad o el país en el que vivimos queremos descubrir cómo se ganan la vida los ciudadanos o cuáles son sus costumbres. A través de la gastronomía y el negocio a pie de calle son muchas las posibilidades que hay para quien está vendiendo y el que hace la compra. Así, casi sin darnos cuenta, dejamos dinero en quien más lo necesita. ¿No te parece lo correcto?
Consumo responsable
Con el turismo de naturaleza no suele haber consumo de masas. En ocasiones, cuando vamos a la gran ciudad, nos damos cuenta de que todo está lleno de tiendas y restaurantes en los que gastamos más dinero del que habíamos planteado. Apostar por un ritmo saludable y que no genere ansiedad por tener cada vez más es la mejor filosofía de movimiento que nos podemos aplicar y sobre la que es bueno trabajar cada día un poco más tanto si estamos fuera de casa como en nuestro hogar.
Promueve la conservación de los yacimientos
Conocer los monumentos que tiene una ciudad forma parte del turismo que hacemos cuando salimos de casa pero, ¿qué ocurre cuando nos vamos al medio del campo o hacemos senderismo? La conservación de los yacimientos arqueológicos es una parte fundamental de esas visitas que hacemos a kilómetros de las grandes metrópolis. Potenciando las civilizaciones que en su día fueron protagonistas de lo que ahora tenemos delante, ayudamos a que todo el mundo conozca el legado social, cultural e histórico de una generación.
Autoestima comunitaria
El turismo de naturaleza también promueve la autoestima comunitaria. Si todos queremos que se interesen por nuestro entorno, lo que comerciamos o la historia que tenemos detrás, cuando se trata de un pueblo o comarca donde por lo general no hay tanto movimiento, el impacto se nota el doble. Hitos como la Cascada del Hervidero a las afueras de Madrid o la Sierra de Collserola que recorre Barcelona son lugares que si bien no están dentro de lo que entendemos como ciudad, nos ofrece otra manera de entender la visita.
Enriquecimiento personal
Que viajar nos nutre como personas no es ningún misterio. Son múltiples los estudios que confirman cómo una persona activa y que gusta de ver otros sitios que no sean la ciudad en la que vive se sienten mucho mejor consigo mismos, transmitiendo positividad. Si a esto le sumamos un entorno natural en el que no hay nada de polución y/o industrialización seguramente le sumemos otro tanto. Conociendo las tradiciones, cultura e historia de un sitio no solo le damos al pueblo un mayor protagonismo sino que también invertimos en nuestras emociones.
Como vemos, el turismo de naturaleza nos ofrece cantidad de opciones para disfrutar de esa escapada. Sabiendo que invertimos en aspectos locales y que de alguna manera le estamos dando una oportunidad a quien más lo necesita, solo agregamos satisfacción a nuestra salida y ganas de volver para ver cómo ha sido la evolución durante todo este tiempo atrás. Con todo a nuestro favor, si queremos movernos de una manera distinta favoreciendo a los espacios abiertos quizás haya llegado el momento de plantearnos los viajes de otra manera.