Tras el éxito de la serie Chernobyl en 2019, el turismo negro se convirtió en algo que todo el mundo quería experimentar. La ciudad de Prípiat, donde se alojaba la planta nuclear condenada al desastre, abrió sus puertas al turismo hace diez años y, para la sorpresa de muchos, el número de visitantes no ha parado de crecer hasta nuestros días. Con el parón por la crisis del coronavirus de por medio, poco a poco las cosas han vuelto a la normalidad e incluso se espera una importante crecida para 2022.

En España, viajar a los lugares asociados con la muerte no es nada nuevo. Si bien siempre que hablamos del tema hablamos del extranjero (también es quien más ha potenciado la idea del dark tourism) desde hace algunos años nos encontramos con terrenos prohibidos, malditos o en los que ha ocurrido una auténtica masacre que inspiran a los más curiosos. Del desolado municipio de Belchite hasta el descampado donde se encontraron los cuerpos de las «niñas de Alcasser» son muchas las opciones que tenemos.

Fotografía de las ruinas de Belchite (Zaragoza, España)

¿Qué es exactamente el turismo negro?

Se conoce como turismo negro a la visita de aquellos lugares con una historia truculenta detrás. Con el denominador común de que en todos ha habido al menos una muerte desagradable, lo que nadie pensaba que fuese a interesar hace solo unos años, se ha convertido en un seguimiento de masas que mueve a personas en todo el mundo. El término, utilizado por primera vez en 1996 cuando dos profesores de la universidad de Glasgow lo incluyeron en uno de sus estudios, sigue siendo bastante popular.

Campos de concentración nazi, cárceles, cementerios o edificios en los que ha ocurrido una desgracia son buenos ejemplos de los escenarios que hacen de este tipo de aventura una realidad. Con motivaciones muy dispares para venir hasta aquí, el viajero curioso cuenta con un amplio abanico de sitios a los que puede ir que, además, suelen estar garantizados por el ayuntamiento de dicha ciudad. Perfectos para una escapada cargada de emoción, en ocasiones incluso aquellos que no se sienten muy cómodos con la idea acaban disfrutándolo.

Testigos de la memoria histórica, con el paso de los años se ha notado un fuerte crecimiento en esto del turismo negro. Con ejemplos como Chernobyl y Fukushima a la cabeza, el abanico de territorios a los que ir se ha ido abriendo cada vez más. Así, como quien no quiere la cosa, nos encontramos con un sinfín de destinos a los que se va únicamente porque algo trágico ocurrió tiempo atrás. Ahora, mucho más comprendido que nunca, las empresas dan rutas alrededor de las zonas con idea de explicar qué es lo que pasó.

Fotografía de la tumba de Jim Morrison en su cincuenta aniversario (París, Francia)

Turismo negro, una forma de negocio

Como la curiosidad y el morbo del ser humano no conoce límites, el turismo negro se ha convertido en una forma de negocio que muchas agencias están aprovechando al máximo. Vendiendo rutas donde te pueden explicar cada detalle de lo que ocurrió en el lugar que has escogido, grupos de todos los estilos acuden encantados a su cita. Las reservas, que parece que han aumentado con el paso de los años, no hacen ascos a un edificio destruido o un campo de concentración con todas sus cartas.

La lista de destinos en las que se pueden hacer este tipo de visitas va creciendo con el paso de los años. En España, los asesinatos de Alcasser o el crimen de Puerto Hurraco son algunos de los escenarios más visitados y es que, con idea de revivir la masacre, las personas se presentan aquí con grupos organizados o por su propio pie. Empujados por el morbo, cualquier cosa vale cuando se trata de echar la vista atrás y pensar en lo que pudo haber sido entonces.

El viajero, que ha perdido el miedo a estos sitios, encuentra en el turismo negro una forma de recrear su morbo, aquello que de niño le habían dicho que no se podía hacer. Hoy, con miles de opciones para disfrutar, nos encontramos ante grupos de personas que sienten lo mismo que nosotros y hacen este tipo de excursiones de manera muy gustosa. Siempre buscando la manera de hacerlo honestamente y con todos los protocolos de control, lo cierto es que se vigila mucho sobre algunos de los actos vandálicos de los que hemos sido testigo.

Fotograma de la serie Chernobyl (Craig Mazin, 2019)

Chernobyl, el desastre que abrió la veda del turismo negro

Actualmente tenemos muchos puntos del planeta en los que podemos hacer turismo negro pero, si tuviésemos que señalar aquel que nos hizo despertar todo el interés que hoy suscita deberíamos hablar de Chernobyl. El accidente nuclear sucedido el 26 de abril de 1986 en la central Vladímir Ilich Lenin, ubicada en el norte de Ucrania, es el escenario por excelencia. Según los datos recogidos por las agencias, hace solo dos años la demanda para este sitio aumentó hasta en un 40% sus reservas.

Cabe destacar que buena parte de este empujón se dio gracias al éxito de Chernobyl, la serie de televisión estrenada en HBO que mantuvo en vilo al espectador durante cinco capítulos. Las compañías turísticas, aprovechando el tirón del programa, organizaron cientos de salidas en las que, por el módico precio de 100€, los viajeros podían visitar las ruinas del sitio. Buscando una experiencia aún más extrema, las agencias ofrecían la posibilidad de sumergirse en la zona de exclusión y, por un momento, sentirnos como en el momento en que todo estalló.

En definitiva, el turismo negro se vende como una forma de satisfacer nuestros deseos más oscuros. Bastante asimilado con el paso de los años, las personas ahora no sienten vergüenza de decir qué es lo que les gusta, cuáles son sus pasiones ocultas y si se le puede poner precio a las mismas. Con la seguridad de que vamos de la mano de personal experimentado, no importa cuál sea el sitio que nos motive o la razón que nos lleve hasta allí porque siempre habrá alguien que lo viva como tú.