El parque de Garrell es uno de los lugares más enigmáticos de Cataluña. Situado en el municipio de Argelaguer, en la provincia de Girona, estamos ante un escenario único en España y que no resulta indiferente. Josep Pujiula i Vila, fallecido ya hace cuatro años, dedicó buena parte de su vida a dar forma a un espacio en medio de la naturaleza construido con sus propias manos. Dueño del conjunto hasta el día de su muerte, hoy su obra funciona como reclamo turístico para todo el que quiere ver algo diferente.
Con la Fuente del Torrente de Can Sis Rals declarada como Bien de Interés Local se puede decir que Vila contribuyó al beneficio común sin esperar nada a cambio. Su obra, completamente altruista, decoró un espacio natural en el que no había nada y que ahora se toma como referencia. En pleno corazón de La Garrotxa, una extraña torre de madera sobresale del bosque a un paso de la autovía. Invitando a entrar, si nunca has oído hablar de este lugar seguramente te quedes pasmado al volante.
¿Qué podemos hacer en el parque de Garrell?
Cuando llegamos al parque de Garrell nos da la sensación de estar en uno de esos campamentos de verano en los que los niños aprenden cosas que después pueden servirles para la convivencia. Lejos de esta realidad, lo que tenemos delante es un sitio que no podemos describir y que nos provoca muchas sensaciones contradictorias. Laberintos, torres de madera y hasta una cueva secreta dentro de la montaña son algunas de sus particularidades pero, ¿qué es lo que nos trae hasta aquí?:
Cabañas en el bosque
A modo de refugio, las cabañas de este parque se diseñaron con la idea de dar cobijo a todos aquellos que se quisieran instalar en medio del bosque y comenzar una nueva vida. Vila, mecánico tornero de profesión, tenía una filosofía muy distinta a la de cualquier ciudadano convencional y, de alguna forma, quiso que se viese en sus construcciones. Talladas en madera que talaba directamente de los árboles, por todas partes nos encontramos con ejemplos como los que te mostramos en la fotografía.
Fuente del Torrente de Can Sis Rals
¿Quién le iba a decir a Josep que una de sus construcciones quedaría declarada como Bien de Interés Local? Este conjunto de esculturas tenían como fin proteger un pequeño torrente de agua que le servía de suministro. Parte del material utilizado pertenece al sobrante de las obras de la autopista A-26 que no hace muchos años se ampliaron para una mejor circulación. Vila, un genio jubilado desde 1999, creó este extraño espectro que hoy deja a los turistas con cierta inquietud.
Laberinto del parque de Garrell
Cuando pensamos en laberintos podemos imaginar enormes pilares de césped pero en el parque de Garrell todo es muy diferente. Como vemos en la fotografía puesta de ejemplo, una colección de ramas y pequeños troncos es lo que da forma a esta creatividad. Sin explicación alguna -al menos nadie se la ha podido dar hasta ahora- lo tenemos ahí en medio dejando paso al resto de construcciones. Si viajamos con niños suele ser lo que más gusta a los pequeños puesto que se pierden navegando en su interior.
Tumba faraónica
La tumba faraónica es una de las construcciones más llamativas del Garrell. Esta gruta con gravados refleja bastante bien cuál era la personalidad del individuo y el tipo de culto que quería hacer en el entorno natural. Aquí, entre laberintos, pequeñas torres y huecos vacíos nos encontramos con una cueva que invita a ser explorada. Viajando con niños, como ocurre con el laberinto del que antes hemos hablado, será la excusa perfecta para que vuelvan a perderse por las inmediaciones.
Huerto del Garrell
La parte mejor conservada del parque es el huerto del Garrell. El sitio, formado por varias cuevas, cuenta con sistemas de riego y una torre que todavía se mantiene en pie. Se entiende que aquí era donde Josep cultivaba la comida teniendo todo el suministro que le hacía falta para sobrevivir. Todo muy bien ordenado hasta 2016, año en el que murió su creador, ahora parece que no hay nadie que se encargue de esto. En el apartado más escondido, justo detrás de la siembra, hay una tumba donde se dice que están los restos del artista.
El parque de Garrell es una de las construcciones insólitas que tenemos en España. Su creador, denominado el tarzán de Argelaguer por el pueblo, fue también para muchos un okupa de la naturaleza. Aprovechando aquellos trozos de obras que se hacían por la zona, consiguió dar vida a algo que jamás pudiésemos haber imaginado. Hoy, solo con un 25% de la obra en pie, se ha perdido bastante de lo que en su día fue pero en La Garrotxa nadie olvida a aquel hombre que, preso de una ilusión, hizo algo espectacular.